lunes, enero 25, 2010

Reyertas 74: Naufragio concertado

Concertación desconcertada

Si en la historia reciente de América Latina ha existido una nación que viva de las apariencias, esa ha sido Chile. Durante los más de 16 años que perduró la dictadura de Augusto Pinochet, se hacia referencia al milagro económico de la nación andina. Por todos lados se hicieron loas a la imposición de las reformas neoliberales pinochetistas. Todavía hacia 1985 se presumía el milagro chileno generado por la privatización de las empresas estatales y la reducción del gasto público. Sin embargo, la creciente movilización popular comenzó a evidenciar que la economía del Chile pinochetista no era más que la simple fachada. La organización del pueblo chileno generó un movimiento social sólido, que superó ampliamente el simplismo de las confrontaciones dispersas. Las protestas del pueblo chileno de finales de la década de 1980 evidenciaron que el neoliberalismo tan presumido por Pinochet, había generado una gran desigualdad social: grados crecientes de miseria y concentración acelerada del ingreso.

Tal descontento derivó en la realización de un Plebiscito Nacional que puso sobre la mesa la continuidad de Augusto Pinochet como presidente de Chile. De aquel ejercicio electivo surgió una gran coalición de los partidos opositores a la dictadura: la Concertación de Partidos por el No. En el frente de partidos se integraron todas las expresiones del espectro político del centro hacia la izquierda. El resultado de esos elementos fue que en el plebiscito del 5 de octubre de 1988 el resultado fue el triunfo del No, con 56% de la votación, a la continuidad de Pinochet. Así, en 1989 se realizaron unas nuevas elecciones presidenciales en las que la Concertación se mantuvo unida lanzando la postulación de Patricio Alwyn, quién ganó la votación. A partir del 11 de marzo de 1990, 16 años y medio después del Golpe de Estado mediante el que Salvador Allende fue derrocado por Pinochet, por fin llegó a su final la dictadura.

Desde entonces, y hasta 2010, la Concertación había conseguido colocar a cuatro presidentes que surgieron de entre las filas de sus partidos: Patricio Alwyn Azócar, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos Escobar y Michelle Bachelet Jeria. Sin embargo, ninguno de esos gobiernos fue capaz de desactivar la esencia del Estado ni del aparato de gobierno dejado por Pinochet. Lo anterior ha alcanzado tal punto que muchas de las protestas en contra de los gobiernos de la Concertación son organizadas por la misma gente que antes era militante incondicional de ella. Es notable que en el pasado proceso electoral uno de los contendientes que mayor fuerza alcanzó (con poco más del 20% de los votos emitidos el 13 de diciembre de 2009) fuera Marco Enríquez-Ominami, quién fue miembro del Partido Socialista y por tanto de la Concertación. Ese tipo de situaciones demuestran que a lo largo de estos 20 años, el frente de partidos que han gobernado Chile se ha mantenido en un proceso de lento desgaste ocasionado por una política que impone los intereses de la oligarquía chilena a cambio de renunciar a la defensa de los intereses del pueblo chileno.

El espejo cobrizo

Los gobiernos de la Concertación muy pronto adoptaron la costumbre pinochetista de encubrir con oropel la verdadera situación económico-social de Chile. Según los propios datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), en los 20 años recientes Chile y Venezuela han sido las naciones latinoamericanas que más han incrementado su Producto Interno Bruto (PIB) per cápita. Ambas economías generaban en 1990 unos US$2,400 por persona. Para 2009, las estimaciones del FMI, apuntan a cifras superiores a los US$8,000 generados por cada habitante. Ese resultado coloca tanto a Chile como a Venezuela en niveles similares o superiores a México y Uruguay, que son las naciones que históricamente perciben el mayor PIB per cápita en América Latina. No obstante, al revisar un poco más detenidamente las estadísticas del FMI se puede apreciar que la mayor parte del crecimiento del indicador referido, tanto para Chile como para Venezuela, se ha dado desde hace siete u ocho años, lo cuál coincide con el comienzo de la escalada de precios de las materias primas en los mercados mundiales. La ecuación se completa cuando se descubre que las empresas paraestatales PDVSA en Venezuela y Codelco en Chile han sido, respectivamente, el pilar sobre el que sostienen dichas economías. El caso de la extracción petrolera ha sido más mencionado en la prensa internacional en este plazo, pero la minería de cobre también ha sido una actividad muy lucrativa. En otras palabras, el milagro económico que representan los gobiernos de la Concertación no es más que un espejismo ocasionado por la fiebre de los precios del cobre.

Pero a diferencia de la situación venezolana, en el Chile concertado, la riqueza obtenida por los altos precios del cobre no se ha traducido en un esfuerzo por desarrollar las fuerzas productivas. En lugar de ello el ingreso de las exportaciones cupríferas ha servido para apuntalar a una burguesía oligárquica cuyo mayor interés en la vida es defender los intereses de la burguesía imperialista. Quién no atina a comprender el porqué la “popularidad” de Bachelet como presidente de su nación no se tradujo en un nuevo triunfo de la Concertación en las urnas, es porque no ha querido tomar en cuenta la decepción profunda que ésta ha causado entre el pueblo chileno. Cuando más del 40% de los ciudadanos de una nación se niegan a participar en el proceso para elegir a su gobierno se debe a que no encuentran motivación alguna para hacerlo; no la encuentran debido a que conciben que en realidad nada será distinto, nada cambiará aunque cambie el gobernante.

Esa decepción, esa apatía del pueblo chileno por participar en los procesos electorales es la que fue aprovechada por los partidos de la derecha pinochetista aglomerada en la Coalición por el Cambio que postuló a Sebastián Piñera. En otras palabras la rancia burguesía parasitaria que apoyó a Pinochet y que se ha visto como el sector usufructuario del auge cuprífero es la que aprovechó el desgaste de la Concertación. Haciendo uso de todos los medios posibles consiguieron que por fin el gobierno no sea un intermediario entre ellos y sus necesidades, sino que les ha llegado la hora para colocar a uno de sus miembros más adictos al frente del gobierno chileno. Piñera, también conocido como el Berlusconi sudamericano por su fuerte actividad empresarial que alcanza hasta la posesión de medios de comunicación masiva, no es un personaje con el cuál la oligarquía parasitaria tenga que negociar, sino el depositario terrenal de sus intereses de clase.

El cachorro desteñido

Cómo correctamente han dilucidado muchos otros camaradas, el hecho que un candidato como Marco Enríquez-Ominami haya obtenido poco más del 20% de la votación, siendo que representó a la porción de la Concertación más radical, es un gran avance para las fuerzas populares. Aunque, tampoco es buena idea comenzar a colocar a Enríquez-Ominami en un pedestal, ni ser tan confiados con su presencia política. Es cierto que las personas pertenecen a la clase en la que se desarrollan, por lo cuál cambiarían de clase social según la etapa que atraviesen, es decir que el cambio de clase es una posibilidad. Por la simple existencia de esa pequeña posibilidad es que el nacimiento no determina la clase social de los individuos. Aunque, no se puede negar que la etapa formativa de una persona, sin ser determinante en todos los casos, resulta primordial para la conformación de una conciencia capaz de ser consecuente. En el caso de Marco Enríquez-Ominami se hace un gran énfasis en que es el hijo de Miguel Enríquez, aquél dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que fue asesinado por el régimen militar en 1974. El médico Miguel Enríquez fue un personaje que emanó del seno de la pequeña-burguesía radicalizada de los años sesenta, pero de alguna manera consiguió integrarse con la clase trabajadora.

Sin embargo, Marco Enríquez-Ominami ha tenido siempre una formación y una integración plena en una familia burguesa-progresista. Su madre, Manuela Gumucio, es hija del finado político democratacristiano Rafael Agustín Gumucio. Además, al poco tiempo de asesinado Miguel Enríquez, la señora Manuela contrajo segundas nupcias con otro político socialista, Carlos Ominami, quién adoptó al pequeño Marco. Esas relaciones familiares le han garantizado a Enríquez-Ominami una vida bastante cómoda, a la par de una formación profesional como filósofo y cineasta en universidades francesas.

Tras su graduación, en los años noventa, se dedicó a trabajar en los medios de comunicación. En realidad su actividad política es muy reciente, aunque militaba en el Partido Socialista desde 1993. Ese pasado, sumado a una práctica política más tendiente a las cúpulas de la política que a la organización de base, apunta a que Enríquez-Ominami no es un personaje en quién la clase obrera pueda depositar una confianza ciega. Por ese detalle es que sería necesario tener mucho cuidado con el desarrollo que vaya teniendo la carrera política de Marco Enríquez-Ominami.

No obstante, el que la fracción escindida de la Concertación haya alcanzado el 20% de los votos en la primera vuelta es un fenómeno que requiere especial atención en el futuro próximo. Sobre todo a consecuencia de las previsibles rupturas que se manifestarán al seno del frente electoral. No hay nada que desgaste más una alianza que los fracasos, pues para los participantes el no cumplir con los objetivos implica que no hay motivos para seguir cediendo parte de su autonomía.

El peso del pasado

La elección de Santiago Piñera como presidente de Chile para el período 2010-2014 fue un triunfo del pinochetismo. Hablar de Piñera es referirse al típico caso de los empresarios que amasaron su fortuna aprovechando la cercanía con los personajes principales de la dictadura. Durante la segunda mitad de los años setenta, Piñera aprovechó las relaciones políticas de su familia para afianzar su actividad empresarial. La cuál va desde la industria de la construcción (en 1974 fundó la Constructora Toltén), hasta el transporte aéreo de pasajeros (es accionista de Línea Aérea Nacional de Chile, LAN). Pasando por una amplia gama de empresas.

Respecto a su participación política, Piñera comenzó como miembro de la Democracia Cristiana, pero hacia 1989 se integró abiertamente con la derecha pinochetista de Renovación Nacional (RN). Organización que lo postuló para Senador en dicho año. Desde entonces los vínculos entre los círculos pinochetistas y Sebastián Piñera se han ido estrechando hasta tal punto que, éstos, lo han cobijado lo suficiente para convertirse en uno de los empresarios más acaudalados de Chile. Los pleitos judiciales por una actividad empresarial poco escrupulosa con el cumplimiento de la ley han sido una constante en la carrera de Piñera, pero gracias al respaldo de RN ha salido avante en cada litigio.

Además del apoyo de los partidarios del dictador, también la incapacidad de los gobiernos de la Concertación ha sido aprovechada por el ahora presidente electo. Como aseguró el historiador Gabriel Salazar: “Si asumimos que Chile está definido por un sistema neoliberal, con un gobierno de Piñera no cambiará para nada el país. Piñera ni siquiera va a poder perfeccionar el modelo porque como lo dejó instalado Pinochet funciona perfecto” (véase Proceso, 1734, p. 39). Es decir, la Coalición por el cambio, que postuló al empresario, no cambiará las cosas, sino que las mantendrá como las ha hecho la Concertación. Para la oligarquía chilena la llegada de uno de los suyos a la presidencia no significa otra cosa que el dejar de depender de administradores bajo su égida. Ahora los propios capitalistas parasitarios estarán tomando el control pleno del gobierno chileno, eliminando a todo intermediario.

Para los trabajadores en Chile, la derrota de la Concertación es un retroceso, sobre todo por la incapacidad mostrada para obligar a la burguesía progresista a asumir los intereses de las clases subsumidas. Aunque, en la nación andina se percibe un fuerte descontento social, solamente hace falta una amplia organización social que facilite el crecimiento de la conciencia obrera. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

jueves, enero 21, 2010

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 35:

Materia, realidad y existencia en Mario Bunge

(Novena y última entrega)

Por: Sagandhimeo

Lo que proponemos es que el sentido necesario del universo (o Ser) se desarrolla en el orden que sugiere Bunge y que coincide con la historia natural y social (físico, químico, biológico, social y técnico), pero para que tales niveles sucedan se requiere de ciertas condiciones. Por ejemplo, en el nivel físico se necesita que el universo posea cierta magnitud, en el nivel químico que haya cierta estabilidad molecular, en el nivel biológico que haya equilibrio químico en un determinado planeta o similares, en el nivel social que haya cierto desarrollo cerebral en los animales (al menos en el caso nuestro) y en el nivel técnico que tales animales hayan desarrollado las suficientes relaciones interpersonales y habilidades manuales para tal producción. Por lo que si bien el desarrollo no es lineal, tampoco podría ser cíclico, más bien posee un sentido complejo, en tanto cada nivel requiere de ciertas condiciones que hacen imposible una evolución que regresara al inicio, sólo serían posibles los retrocesos con fenómenos destructivos.

El hecho de que la mayor parte de la materia física no forme compuestos químicos, la mayor parte de los compuestos no formen moléculas orgánicas, la mayor parte de tales moléculas no formen parte de la vida y que la mayor parte de la vida no genere sociedades y tecnología; podría sugerirnos que la materia no tiende al desarrollo. Pero no estamos defendiendo un desarrollo lineal en el cual todo se dirija a un mismo objetivo, sino que el hecho de que exista una complejidad cada vez mayor en la materia, aunque sea en una mínima parte de ella: evidencia que posee una tendencia por mínima que ésta sea.

La pregunta inmediata es el cómo de este sentido que proponemos, el cual puede explicarse mediante el autoensamblado, esto es,

sea natural o artificial, el proceso de ensamblado puede ocurrir paso a paso en lugar de todo de una vez. Por ejemplo, las partículas elementales se autoensamblan para formar átomos, los cuales se combinan formando monómeros; estos se combinan formando dímeros, los cuales se combinan formando polímeros, y así sucesivamente. De este modo se autogeneraron las moléculas de ADN a partir de sus precursores (Bunge, 2004:32)

En otras palabras, la materia por sí sola tiende a ensamblarse formando totalidades cada vez más complejas y con ello podemos explicar la emergencia de la vida y de cualquier fenómeno (1.4), evidenciando que la realidad tiende a la complejidad. Estos saltos cualitativos como la vida, la mente y la cultura, ocurren en razón de que el autoensamblado forma totalidades que gradualmente alcanzan una complejidad mucho mayor de la que se originaron. Cabe mencionar que no conocemos vida fuera de nuestro planeta y el origen de la vida en el nuestro es aun desconocido, esto no merma nuestro argumento, pues que la materia tienda a la complejidad no implica que genere totalidades al por mayor. Ya que toda evolución requiere de condiciones específicas y cierta aleatoriedad, por lo que la vida emergió en nuestro planeta tan sólo una vez en miles de millones de años, cuando las condiciones la propiciaron.

Con ello estamos sosteniendo una versión restringida de la generación espontánea, lo que no se contrapone a la generación filogenética, pues aun cuando todo organismo nació de otro organismo, este hecho no puede extenderse indefinidamente, por fuerza tuvo que haber un primer ser vivo, por lo que la generación espontánea es cierta al menos una vez, en al menos un planeta (el nuestro) en condiciones muy particulares y en procesos sumamente largos.

Por la misma línea, para que la vida, los planetas o cualquier totalidad pueda formarse, no requiere de agentes externos, pues de ser así caeríamos en el idealismo, sino que hasta los fenómenos más grandes ocurrieron por la misma propiedad de la materia de poseer energía, esto es, “algunos procesos de autoensamblado, tales como los que llevan al surgimiento de estrellas y organismos, se han extendido por millones de años. Esto elimina el argumento del diseño inteligente, según el cual todo sistema altamente complejo, aun si es natural, requiere de un Diseñador” (Bunge, 2004:32). Es decir, explicando cómo se organiza la materia se hace innecesario insertar agentes sobrenaturales para dar cuenta de la realidad, pues todo tipo de existencia y todo proceso se constituyen por elementos materiales o derivados de la materia. Como tales procesos requieren de condiciones muy particulares y periodos de tiempo muy largos, tendemos a pensar que debió haber un creador, pero esto sólo agrava el problema, al tener que explicar procesos naturales y sobrenaturales en vez de sólo los primeros.

Ahora bien, el autoensamblado no debe malentenderse como un plan predeterminado, pues no es que la materia esté predispuesta para construir totalidades previamente formuladas, sino que los objetos materiales al poseer energía (1.1) y la capacidad de interactuar entre sí (2.1) tienden a ensamblarse formando o no totalidades, las cuales no poseen una finalidad, ni tampoco son meramente caóticas, pues se conforman en función de las condiciones espacio-temporales que posean. Por lo que las entidades materiales no solamente se caracterizan por su movimiento, sino que por tal movimiento son potencialmente generadoras de nuevos niveles de organización

En pocas palabras, apostamos por que el ser o sentido de la existencia se constituye en su devenir, en donde la materia por sí misma se ha autoensamblado durante miles de millones de años generando niveles de organización cada vez más complejos, desde los átomos hasta la tecnología. Por lo que consideramos permisible clarificar el problema de “el ser” el cual se constituye como el sentido de la existencia, el cual tiende a la complejidad.

En resumen, nuestra noción de existencia nos permite clarificar que el universo no puede tener un comienzo en tiempo y espacio, pues éstos pertenecen a la materia, la cual es absoluta, aunque no en sentido idealista. Y el universo no puede ser infinito en sentido de no tener fin, sino en el de poseer una capacidad de expansión ilimitada, pues siempre se encontrará en un punto determinado.

Dicha expansión forma parte del sentido de la existencia, la cual tiende a la complejidad, ya que la materia más simple como los átomos se han autoensamblado durante miles de millones de años para formar compuestos químicos, organismos vivos, sociedades y tecnología, por lo que no requerimos de un diseñador para explicar la evolución del universo.

Finalmente, no debe confundirse el sentido de la existencia con el azar o la finalidad, pues el movimiento de la materia no es caótico sino regular, aun cuando admita cierta aleatoriedad espacio-temporal. Y la finalidad es una cualidad de los vertebrados superiores, los cuales se proponen objetivos a realizar, lo que no implica que la naturaleza se comporte del mismo modo. Sino que mediante nuestra interacción con la naturaleza hemos generado nosotros mismos un nuevo nivel: el nivel técnico, el cual a su vez ha contribuido al desarrollo del nivel social en muchos aspectos, tales como el arte, la comunicación y la complejidad laboral, entre muchas otras.

4.3 CONCLUSIÓN FINAL

Por todo ello, el sentido de la existencia consiste en su desarrollo, la cual no es ajena al hombre, pues emergimos a partir del nivel biológico y hemos generado el nivel social y el técnico, por lo que hemos contribuido al sentido del universo. En otras palabras, no podemos sentirnos ajenos o aislados del resto del cosmos, pues nos hemos desarrollado mediante nuestra interacción con el medio y hemos sido capaces de crear la cultura, (la cual se constituye tanto por el nivel social como por el técnico) por lo que nuestra aportación al ser en cuanto ser ya ha comenzado. En nosotros como humanidad, si queremos continuar participando en el sentido del universo reside el mantener y aumentar dicha aportación, pues los conflictos políticos y la voracidad ante los recursos naturales pueden hacernos descender de nivel, es decir, extinguirnos.

Si logramos resolver los conflictos sociales y ecológicos, tendremos la posibilidad de desarrollar la cultura y la tecnología al máximo, brindando a toda persona las condiciones para desarrollar su creatividad y optimizando la tecnología hasta crear vida y mantenerla plenamente por tiempo indefinido.

En ese sentido, a partir del nivel biológico, cada nivel de organización posee un problema central a resolver, el cual contribuye a generar un nuevo nivel. Esto es, en el nivel biológico el problema era la supervivencia, la cual propició las condiciones para la emergencia de una especie capaz de crear sus propios medios de subsistencia: el ser humano, reduciendo dicho problema notablemente. Esto a su vez generó el nivel social, con problemas fundamentalmente económicos y políticos.

Consecuentemente, cuando logremos la madurez social necesaria para armonizar nuestras relaciones, reduciremos los problemas económicos y políticos, lo que nos permitirá entrar de lleno al nivel técnico, en el cual el desarrollo de la tecnología se acelerará. Porque creemos que el significado de la vida consiste en mejorar nuestra relación con el medio y madurar las relaciones sociales, de modo que permitan un mejor aprovechamiento de los recursos sin dañar el ambiente y una organización social que supere la anarquía de la producción, en donde no se produce en función de las necesidades sociales, sino en función del enriquecimiento privado desmedido.

Asimismo, dentro de nuestra ontología se pueden incluir otras preguntas existenciales de gran peso, las cuales son: ¿De dónde venimos?, ¿Quiénes somos? Y ¿A dónde vamos?, es decir, ¿Cuál es nuestro origen?, ¿Qué es el humano? Y ¿Cuál es el fin o sentido de la humanidad?.

Hemos visto que venimos de bases estrictamente materiales (1.5), pues aunque no podamos decir que somos solamente carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno (los componente principales de la vida), sí podemos afirmar que nuestra complejidad psicosocial posee una base estrictamente biológica y que nuestra historia parte de bases materiales, pues no hay cultura sin individuos concretos y objetos manipulados por las manos del hombre.

A la pregunta ¿Qué somos?, podemos responder que somos individuos biopsicosociales, es decir que, poseemos una naturaleza biológica, pero que también nos determinamos por nuestras acciones individuales y por nuestras construcciones histórico-sociales, tales como la tecnología, la ciencia, la religión, la filosofía y las artes.

Y la pregunta por el sentido de la humanidad la responderemos proponiendo que no poseemos un fin determinado, pues no hemos sido creados, sino que emergimos a partir de los animales. Y tampoco aparecimos por mero azar, pues nuestra complejidad requiere de ciertas regularidades. Sino que el sentido de la humanidad consiste en su convergencia con el sentido del universo, en tanto ya contribuimos al general los niveles social y técnico y que podemos mantener o mejorar dicha participación si resolvemos nuestros conflictos políticos y ambientales, de modo que armonicemos con la naturaleza y con nuestros semejantes, en tanto esto optimice nuestra complejidad tecnológica y cultural.

Es decir, que nuestras vidas adquieren el sentido del universo cuando contribuyen al desarrollo del mismo y esto se posibilita cuando participamos de niveles de organización cualitativamente mayores, sólo armonizando con la naturaleza y con nuestro entorno social es cómo podemos continuar y multiplicar el desarrollo de cultura y tecnología, pues de otro modo la mayor parte de la población seguirá enajenada y el ecosistema se hará inhabitable.

Por tanto, el nihilismo no tiene cabida en el universo, pues todo fenómeno, tanto natural como humano posee un sentido en la medida en que forma parte de algún nivel de organización (físico, químico, biológico, social o técnico).

En conclusión, consideramos que nuestro materialismo nos brinda los instrumentos para responder algunas de las preguntas fundamentales de la filosofía, basándonos en conocimientos científicos, lo cual nos permite superar tanto a los idealismos que pretenden encajar la realidad en sus ideas, como a los perspectivismos que proponen que no podemos saber de qué está hecha la realidad o que la existencia no tiene sentido. Por lo que aquellas filosofías que desprecian a la ciencia achacándole su olvido del ser, no se dan cuenta que la propia ciencia nos ha abierto el camino para filosofar congruentemente y converger el sentido de nuestras vidas con el sentido del universo.


BIBLIOGRAFÍA

Arana, Juan. 2001. Materia, Universo y Vida. Madrid, Technos.

Bunge, Mario. 1977. Epistemología: curso de actualización. Barcelona, Ariel.

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--2002a. Crisis y Reconstrucción de la Filosofía. Barcelona, Gedisa.

--2002b. Ser, saber, hacer. México, Paidós.

--2004. Emergencia y Convergencia. Novedad Cualitativa y Unidad de Conocimiento. Barcelona, Gedisa.

--2006. A la Caza de la Realidad. La Controversia sobre el Realismo. Barcelona, Gedisa.

González, Zeferino. 1876. Filosofía Elemental, (2ª ed.) Tomo 2.
Madrid, Imprenta de Policarpo López.

Gribbin, John. 1986. Génesis: Los orígenes del hombre y del universo. Barcelona,

Salvat.

Hacking, Ian. 1996. Representar e Intervenir. México, Paidós.

Popper, Karl “La selección natural y el surgimiento de la mente” en Martínez, Sergio F. y Olivé, León (comps.) 1998. Epistemología Evolucionista. México, Paidós.

Sagan, Carl. 2004. Cosmos. Barcelona, Planeta.

lunes, enero 18, 2010

Reyertas 73: ¡Ay, Haití!

Desde varios meses atrás la elección presidencial chilena ha estado llamando la atención de analistas de todo el mundo. A unas horas de cerrada la votación, todo indica, que llegó el fin tan anunciado de los gobiernos de la Concertación por la Democracia. Sin embargo, la tragedia haitiana del pasado martes 12 obliga a realizar una reflexión sobre la situación de la nación caribeña. Por consiguiente la presente entrega la dedicaré a apuntar algunos elementos sobre Haití, dejando para mejor ocasión una reflexión sobre Chile.

Dice un refrán popular en México: Al perro más flaco se le pegan las pulgas. Con ello se alude a que las tragedias le ocurren con mayor regularidad a quién se halla en condiciones de debilidad. Algo que justamente le aconteció a Haití con el pasado terremoto que azotó a esa pequeña nación caribeña. Por cierto la más pobre de América Latina.

La historia haitiana está repleta de elementos descorazonadores. La isla de La Española (que comparten Haití y la República Dominicana) fue uno de los primeros territorios reclamados para el reino de España por Cristóbal Colón durante su primer viaje. Pocos años después los españoles comenzaron a colonizar la isla y exterminaron a los indígenas caribes que la habitaban. No obstante, el predominio español pronto comenzó a verse mermado. Las constantes invasiones de piratas ingleses y franceses hicieron que los colonos españoles se replegasen sobre el margen oriental de la isla. El abandono de la porción occidental de la isla fue aprovechado por los piratas franceses (bucaneros y filibusteros protegidos pro Luis XIII) hasta que en 1697 España reconoció la posesión francesa de dicha parte. El surgimiento de Saint Domingue significó el auge del esclavismo en la región, pues la introducción de los cultivos de tabaco y caña de azúcar demandaban una gran cantidad de mano de obra que los franceses únicamente lograron satisfacer mediante la importación de esclavos desde África. Algunos historiadores calculan que para mediados del siglo XVIII había en la colonia francesa 25 esclavos por cada persona libre.

La Revolución francesa en 1789 marcó un nuevo rumbo para la colonia de Saint Domingue. Poco antes de ésta, la penetración de las ideas enciclopedistas favoreció la creación, para 1788, de una representación de la Sociedad de Amigos de los Negros, organización que se había fundado en Francia con el objetivo de abolir la esclavitud. Con el estallido del movimiento revolucionario, tras la toma de La Bastilla, los propietarios blancos que poblaban la isla se dividieron en dos bandos: los burgueses que exigían la independencia y los realistas que deseaban mantener el control de la corona francesa. Sin embargo, pese al triunfo de la burguesía revolucionaria, la isla caribeña no se independizó en ese momento. Basándose en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la Convención Nacional declaró en 1794 la abolición de la esclavitud tanto en Francia como en todas las colonias. Mientras ello ocurría, los españoles y británicos acosaban militarmente al territorio haitiano. Ante tal situación el dirigente de los independentistas negros, otrora esclavos, François Toussaint Louverture se unió a las autoridades francesas de la isla para expulsar a los ejércitos de España e Inglaterra. Fue una guerra que duró cuatro años, pero que a final de cuentas consiguió expulsar a los invasores. Pero con lo anterior, también se reinició la guerra por la independencia.

Incluso, durante el consulado de Napoleón Bonaparte, en 1802, el movimiento encabezado por Toussaint Louverture no solamente fue combatido con lujo de violencia, sino que se reestableció la esclavitud en la isla. El gran caudillo de la liberación haitiana fue engañado y traicionado por el general al mando de las tropas francesas, un tal Charles Victor Emmanuel Leclerc (quién entre sus mayores méritos contaba con el de haberse casado con Paulina Bonaparte, la hermana menor de Napoleón). Toussaint Loverture fue enviado a Francia donde falleció en abril de 1803 a consecuencia de la mala atención médica. Mientras tanto, Leclerc no alcanzó a sobrevivir al año de 1802, sucumbió a las enfermedades tropicales de La Española.

El descabezamiento de ambas facciones abrió el camino para que Jean-Jacques Dessalines, un ex esclavo que se unió a la rebelión de Toussaint Louverture, se apoderara del control del ejército independentista y consiguiese expulsar a los franceses en 1804. Sin embargo, la historia de Haití a partir de su independencia ha sido descorazonadora. Pocas naciones han estado plagadas de tantas divisiones internas, al tiempo que padecen de severos autoritarismos. El propio Dessalines se apropió del gobierno al consumar la independencia y proclamó el Imperio de Haití, autonombrándose Jacques I. Las disputas por el poder no se hicieron esperar, a tal grado que para 1806 Dessalines fue asesinado. El complot fue elaborado por dos antiguos partidarios del primer emperador haitiano: Henri Cristophe y Alexandre Petion. Cada uno estableció su propio Estado. Cristophe en el norte con el Reino de Haití, donde se coronó como Henri I. En el sur, Petión estableció la República de Haití. Fue hasta que fallecieron ambos que Pierre Boyer tomó el gobierno y reunificó en 1820 a Haití. Además de la unificación, el período de Boyer se distinguió por la invasión a la parte oriental de La Española, con lo cuál se le arrebató a la República Dominicana su independencia por 22 años. Así también se consiguió que Francia reconociese la independencia haitiana en 1826 a cambio de 150 millones de francos-oro.

A partir del gobierno de Boyer las largas dictaduras que comienzan y terminan con Golpes de Estado han sido la constante para la nación caribeña. Quizá las primeras dictaduras fueron encabezadas por personajes que habían sido esclavos analfabetos o semianalfabetos, pero el más crudo de los gobiernos dictatoriales fue encabezado por un intelectual formado como médico tanto en la Universidad de Haití como en la Universidad de Michigan, François Duvalier. De 1957 a 1971 el llamado Papa Doc gobernó la nación caribeña haciendo uso de un discurso populista. En una entrevista realizada en marzo de 1967 para el diario Excélsior, que la revista Proceso volvió a publicar en su edición más reciente (núm. 1733, 17 de enero de 2010, p. 44-46), se traslucen algunos elementos que permiten percibir el talante autoritario de la dictadura duvalierista. Hasta la fecha, muchos analistas consideran a esa como la más brutal de las muchas dictaduras que ha padecido Haití.

La debilidad política de la pequeña nación caribeña, no solamente se traduce en que es, en la actualidad, la más pobre en América Latina; lo cuál ya es decir. También ha derivado en el hecho de permitir más ampliamente la ingerencia extranjera del imperialismo. En diversas ocasiones Estados Unidos ha intervenido en Haití quitando o colocando gobernantes. Los casos más recientes fueron en 1994 cuando los marines estadounidenses reinstalaron en la presidencia a Jean-Bertrand Aristide. Curiosamente, diez años después, en 2004 cuando se conmemoraba el bicentenario de la independencia haitiana, las tropas del Tío Sam obligaron la deposición de Aristide para colocar a Boniface Alexandre.

Las continuas crisis derivadas de la inestabilidad política se combinan comúnmente, en aquella nación, con el fracaso económico como producto del rudimentario desarrollo de las fuerzas productivas. Ello ha convertido a Haití en una de las regiones más propensas a padecer los efectos de los desastres naturales. Ya es algo constante que los huracanes azoten cada verano a la isla, nada más en el 2009 cuatro ciclones pasaron consecutivamente por esa nación, pero el pasado 12 de enero el terremoto se sumó al listado de desastres naturales que azotan a los haitianos. Una larga relación de fenómenos a la cuál los gobiernos son incapaces de responder efectivamente y prontitud.

Sin embargo, contra las ingenuas teorías del revolucionarismo pequeñoburgués, la coincidencia de las crisis políticas con las económicas no ha derivado en una revolución para Haití. Por el contrario, las condiciones de miseria han reforzado la tendencia a establecer gobiernos autoritarios y cuya institucionalidad se fundamenta en los caprichos del dictador en turno. Como respuesta ante la situación, los haitianos se han amotinado una y otra vez. Sin embargo, son levantamientos desorganizados que responden más a la motivación de satisfacer las necesidades básicas de la existencia, en el mejor de los casos. O que en su momento han derivado en una corrupción moral de muchos trabajadores, que les impide escapar de la vida característica del lumpen.

Tan grave es la situación haitiana que misión humanitaria que la ONU (Organización de las Naciones Unidas), encabezada por las tropas brasileñas, ha podido imponer algún tipo de orden en los casi seis años que lleva. Por el contrario, el terremoto que devastó la pequeña nación caribeña, no solamente descabezó a tal misión. También evidenció que los organismos internacionales no están interesados en solidarizarse con las naciones más vulnerables, su altruismo es realmente un adorno para justificar el imperialismo. Debido a tales circunstancias es menester que los trabajadores del mundo asumamos la consciencia de clase que nos corresponde. Es decir, que despleguemos el internacionalismo que le caracteriza al proletariado. No solamente para reforzar los elementos que les permitan a los trabajadores haitianos desarrollar una consciencia para sí, sino también los que le permitan hacer avanzar a sus fuerzas productivas. Es una labor bastante ardua, pero las exigencias revolucionaras lo apremian. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

sábado, enero 16, 2010

Memoria proletaria 6: Notas para una historia del neozapatismo

En los últimos diez años he intentado en tres ocasiones el hacer un estudio histórico sobre el movimiento originado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, con el objetivo de esclarecer mi propia concepción sobre el neozapatismo. De ellos solamente el primero, realizado en 2001 con motivo de la Marcha del color de la tierra, lo realicé en solitario. Los siguientes dos, en 2006 y 2007, más bien fueron trabajos conjuntos para el Círculo de Estudios del Marxismo Ortodoxo y Recalcitrante (CEMOR). El primer intento mencionado fue un documento para consumo personal que titulé: El EZLN; puertas abiertas a la revolución. A la distancia y con nueve años más de experiencia ahora encuentro muchos de los defectos en mi concepción sobre el neozapatismo. Sin embargo, tal documento me sigue siendo útil para poder distinguir algunos puntos generales sobre el desarrollo del fervor zapatista desatado en 1994. El segundo documento al que hago referencia fue el artículo que en el CEMOR se preparó para el número especial de la revista Palabras Pendientes sobre la Otra Campaña. El escrito también fue publicado por Asaltando la red en dos entregas: Cavilaciones 1: La otra teoría. Tareas pendientes y Cavilaciones 2: La otra teoría. Tareas pendientes, 2. El objetivo de tal artículo era mucho más práctico que teórico, de ahí que haya sido tan bien recibido en los círculos de militantes (adherentes) zapatosos, pues argumentaba en favor de la creación de instancias sociales para la generación de una nueva teoría sobre la transformación. Por obvias razones, aquél documento apenas incluía una semblanza histórica sobre el neozapatismo, sin embargo su tono crítico aún le da cierta vigencia a esa parte de la elaboración. Finalmente, en el mismo CEMOR surgió la necesidad de tener un diagnóstico propio sobre las condiciones en que la lucha de clases se presentaría durante el período 2006-2012. Dicho documento, jamás alcanzó a concluirse pero el avance que se tuvo contiene un apartado completo dedicado al neozapatismo que es el estudio mejor elaborado que se ha escrito hasta el momento. En ese texto no tuve la responsabilidad directa de su redacción, aunque participé en las discusiones sobre el asunto; polémicas que rindieron frutos bastante ricos pues, al menos quienes nos involucramos en el asunto, llegamos a coincidencias fundamentales sobre el tema. Sin embargo, dicho avance no puede darse por un punto definitivo sobre el neozapatismo. En lugar de ello, me dejó la claridad de una necesidad apremiante para la clase trabajadora de realizar una liquidación de la conciencia neozapatistas. Eso sí, sin escatimarle el alto valor histórico que conlleva su lucha, pero aclarando los porqués de la incompatibilidad entre la prosa-poética de su pensamiento y las necesidades del proletariado como clase para pasar de serlo en sí a convertirse para sí.

El presente no es, como podría suponerse dado el comentario arriba expuesto, el cuarto intento por realizar una dolorosa pero necesaria liquidación del pensamiento neozapatista en función de las necesidades de la clase trabajadora. El objetivo del presente texto que ahora entrego a los lectores es mucho más modesto: presentar una breve reseña sobre la historia del neozapatismo que sirva para además de aclararnos, tanto al autor como al lector, el devenir de la lucha más importante de la última década del siglo XX. En forma paralela, también se espera que el presente texto vaya abriendo algunas líneas temáticas que permitan identificar nítidamente los elementos que motivan el aislamiento de las comunidades chiapanecas zapatistas del resto de la lucha de las clases subsumidas, principalmente de la clase trabajadora como tal.

Como se recordará el primer día de este 2010 se cumplió el 16° aniversario del levantamiento armado del EZLN. Si bien la lucha armada duró unos cuantos días, el 12 de enero de 1994 el presidente Salinas de Gortari ordenó al ejército mexicano el cese de las hostilidades, lo cierto es que fueron días que sentaron las bases de un cambio en la correlación de fuerzas a escala internacional. Cualquier valoración sobre el neozapatismo que no reconozca la importancia de éste como suceso que relanzó las perspectivas revolucionarias de la clase trabajadora, estaría partiendo de un vicio de origen que la haría caer en el subjetivismo. El EZLN surgió justamente en el momento en que la oscuridad teórica era más intensa para la clase obrera. El coletazo final de la Unión Soviética había sepultado las esperanzas de un mundo distinto al capitalista. Peor aún, si dicho colapso fue producto de un fuerte reflujo revolucionario que siguió al fracaso de la oleada revolucionaria de los setenta, el derrumbe soviético sacó a la luz una serie de secretos deshonrosos que terminaron de quebrantar los restos del ánimo revolucionario de los trabajadores. De hecho, en su libro Imperio el otrora marxista radical, Antonio Negri, postuló que con el fin del bloque socialista había llegado el final de las oleadas revolucionarias. Ahora los trabajadores veteranos ya no transmiten a los más jóvenes las experiencias de lucha para el surgimiento de una nueva. En esos términos Negri y, su cómplice, Michael Hardt proclamaron el acta de defunción del Viejo Topo del cuál hablaba Karl Marx. Según la metáfora del fundador del materialismo histórico, la clase obrera no puede estar todo el tiempo tensando las condiciones antagónicas de la lucha de clases; por tanto, al igual que los topos al construir sus galeras subterráneas, los trabajadores realizan la transmisión de sus experiencias de organización y lucha de forma oculta a los ojos del capitalista. Eventualmente, esa experiencia se mezcla con las condiciones prácticas de los nuevos trabajadores. Pero, Hardt y Negri adoptan la subjetiva hipótesis sociológica de la brecha generacional sin mayor crítica; terminan trasponiéndola a la situación presente de la lucha de clases para apuntar que los movimientos actuales tomen su distancia de los anteriores. El neozapatismo, es la demostración práctica del error en que incurren ambos pensadores otrora marxistas radicales. Tanto el EZLN como los movimientos que han retomado planteamientos de éste, no desconocen las experiencias anteriores de lucha como entidades sociales (quizá como individuos haya varios que lo hagan) sino que las niegan. No se trata de una negación que ignore el pasado sino una que de manera intuitiva sabe que eso fracasó y que, por tanto, ese no es el camino. Cierto que a muchos colectivos les vendría bien profundizar más en esa historia de fracasos, pues la simple intuición como método para comprender la realidad, hace tabla rasa del pasado y no separa lo afortunado de lo inconveniente.

Como señalé en el texto que preparé en mayo de 2001: el de transformarse en el momento preciso para mantener viva la movilización de su base. Sus ajustes no han sido, siempre los más precisos para el desarrollo de la lucha de clases. Aunque sí han sido los más oportunos para fortalecer el de las comunidades indígenas chiapanecas. Todos esos cambios que ha realizado el neozapatismo han sido tanto en lo estratégico como en lo táctico. De tal manera se aprecian tres grandes etapas en el devenir histórico del EZLN. En el primero se trataba de una organización guerrillera muy del estilo de las guerrillas setenteras en América Latina. La segunda, se caracterizó como un movimiento armado cuyas diferencias más radicales se hallaban en los métodos para conseguir la identificación del grupo armado con las comunidades chiapanecas. La tercera se trata de un cambio radical en cuanto a la orientación de las estrategias de lucha, la guerrilla como método de lucha pospuesto.

Al igual que muchos de las organizaciones guerrilleras, es decir que priorizaron la guerra de guerrillas como vía de lucha, que surgieron durante los años sesenta y setenta como el Partido Revolucionario Obrero Clandestino-Unión del Pueblo (PROCUP), la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), Partidos de los Pobres (PDLP), la Liga 23 de Septiembre; las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) fueron el producto de la coincidencia de un grupo de fuerzas que convergieron en América Latina. Primero, el endurecimiento de la política represiva hacia los movimientos sociales aplicada por la mayoría de los países de la región como consecuencia de la presión que ejerció sobre ellos el gobierno de los Estados Unidos. Segundo, la polarización de la lucha ideológica en el contexto de la guerra fría. Tercero, el triunfo de la revolución cubana. Cuarto, la falta de seguimiento político que consolidase los resultados de la reforma agraria. Quinto, el anquilosamiento del régimen revolucionario, mediante el crecimiento desmedido de la burocracia y la corporativización de las organizaciones sociales, agrarias y obreras. Sexto, la exclusión de la juventud de los espacios político-organizativos de la sociedad, cuyo efecto mayor fue la falta de renovación en las estructuras sociales.

Esas condiciones, que tuvieron su versión en varias naciones de América Latina, ocasionaron una exacerbación de las contradicciones entre las clases sociales. A tal punto que el enclenque desarrollo de las estructuras institucionales democráticas fue rápidamente rebasado por las protestas sociales de las décadas de los sesenta y setenta. La resistencia de la burguesía neocolonial en México ocasionó que las vías institucionales se estrechasen. Hecho al cuál habría que sumar el extremismo infantil de muchos jóvenes a quiénes el entusiasmo por el triunfo de la revolución cubana había obnubilado. No es extraño que en Madera, Chihuahua, el 23 de septiembre de 1965 un grupúsculo de pequeño-burgueses radicalizados haya intentado emular el asalto al cuartel Moncada que fue encabezado por Fidel Castro el 26 de julio de 1953. Es cierto, que el proceso de pacificación que sucedió a la Revolución Mexicana nunca fue absoluto, algunos grupos armados se mantuvieron alzados contra el gobierno mexicano. Un ejemplo claro de ello fue la guerrilla zapatista encabezada por Rubén Jaramillo en las montañas de Morelos, que se mantuvo activa hasta 1959. Sin embargo, las guerrillas de los sesenta y setenta retomaron muy pocos elementos de ese tipo de movimientos.

Entre la imitación del modelo foquista cubano y la contracción de los caminos institucionales, la proliferación del extremismo tuvo campo fértil. De esa manera, dirigentes comunitarios que provenían del magisterio como Genaro Vázquez Rojas o Lucio Cabañas, se convirtieron en míticos héroes de la pequeña-burguesía radicalizada. Además de crear el panteón de mártires necesario para retroalimentar esa política guerrillera, también se consiguió que la burguesía se concentrase en fortalecer todo el aparato de represión interna. El problema no es que la clase obrera no estaba lista para enfrentar la reacción de la burguesía. Algo que no era difícil de preveer dada la carencia de una organización nacional de clase que pudiese organizar con mayor efectividad las acciones de lucha.

El costo político de aquél aventurerismo sesentero y setentero todavía lo estamos pagando hoy. Las fuerzas armadas están más enfocadas a combatir la disidencia que a proteger a la nación o erradicar a la delincuencia organizada. La educación ha cedido su papel formativo para convertirse en un instrumento domesticador que anestesia la conciencia y prepara entrena para la explotación: de tal modo que en la actualidad hasta los más animosos activistas sociales suelen padecer una infinidad de vicios políticos producto de una mezcla entre soberbia práctica e incapacidad para la comprensión de la teoría, en otras palabras la ausencia de una praxis. La pluralización de las instancias de gobierno ya no es una amenaza para la burguesía debido a que las organizaciones partidarias que han surgido en las décadas recientes, han sido continuadoras e incluso terminaron profundizando la tendencia del Partido Comunista Mexicano (PCM) a la especialización (osificación) en la vía electoral. En mucho la desconfianza que el pueblo suele tener hacia los partidos políticos emana de la degradación que produce la elevada especialización en una sola vía de lucha. Es decir, más allá de la corrupción que caracteriza al Partido de la Revolución Democrática (PRD), al Partido del Trabajo (PT), a Convergencia o al ya extinto Partido Socialdemócrata (PSD), lo que realmente los ha alejado del pueblo ha sido su sumisión ante el capital: ninguno de esos partidos ha sido capaz de rebasar los límites de la política tradicional de cúpulas y, en cambio prefieren recurrir a la inconsecuencia como modus operandi.

En su origen, allá en el lejano año de 1969, las FLN, fundadas en Monterrey, Nuevo León, no era muy distinto del resto de las organizaciones guerrilleras de la época. Es decir, conformada en buena parte por pequeño-burgueses radicalizados con una formación profesional. Antiguos estudiantes cuyas expectativas habían sido trastocadas por el movimiento estudiantil de 1968 y que ansiaban convertirse en héroes de una clase a la que solamente conocían a través de cierto sentimentalismo.

Sin embargo, la perseverancia de los miembros de las FLN tuvo sus resultados. Para el año de 1983 la organización se mudó al lejano estado de Chiapas. A diferencia de la ACNR o del PDLP, cuya aceptación en las comunidades fue relativamente sencilla debido al papel de educadores comunitarios de sus principales dirigentes, a las FLN no les fue sencillo penetrar en las comunidades rurales. Por el contrario, según lo cuentan sus propios veteranos, los primeros años en Chiapas fueron presa del rechazo de las comunidades indígenas. No obstante, esa perseverancia les obligó a desarrollar formas más amplias para relacionarse, hecho que terminó modificando sus propios proyectos e, incluso, muchas de sus concepciones políticas.

Tras una década de labor entre las comunidades más apartadas de la república, el germen de una nueva política se produjo de la fusión entre los cuadros de las FLN y los miembros de las comunidades indígenas. En medio de ese proceso se creó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

De tal manera, es posible distinguir, hasta este punto, dos etapas de esta organización guerrillera. La primera entre 1969 a 1983, en que continúo siendo una estructura plagada de los mismos vicios que el resto de las de su tipo. Así también se distingue una segunda etapa que desde su arribo a Chiapas hasta los últimos días de 1993. En ella se distingue una fuerte contradicción entre la tendencia a actuar como una guerrilla tradicional y las bases de una nueva forma de realizar la movilización social. Fundamentos que en términos sencillos fueron dados por las exigencias de la situación en que se hallaban los pueblos indígenas y la generación de una organización, lo cuál implicó generar innovaciones. La preparación clandestina de una ofensiva armada con miras a motivar a otros sectores de la población reacción generalizada de insurrección en el país, era algo que iba en toda la línea tradicional del foquismo retomado de la Revolución Cubana.

A partir del primero de enero de 1994 el desarrollo del EZLN puede delimitarse en períodos históricos, como se señaló en el documento del CEMOR, muy bien marcados por las Declaraciones políticas que ha hecho. Es decir, las seis declaraciones políticas representan programas que se ajustan a las nuevas etapas (de la 3 a la 8) por las que ha ido atravesando el movimiento neozapatista.

La primera Declaración de la Selva, promulgada el 1° de enero de 1994, además de declararle la guerra al Estado mexicano, proponía la implementación de una serie de leyes revolucionarias aplicables a todo el país. Sin embargo, las condiciones en que se presentó la guerra hicieron que la aplicación de tales leyes se restringiese a los territorios controlados por el EZLN, a partir del cese al fuego del 12 de enero de 1994. Sin duda que el papel desempeñado por la sociedad mexicana tuvo un gran impacto en que el ejército mexicano detuviese una contraofensiva más fuerte, pero también en que el neozapatismo diese el viraje definitivo para separarse del camino tradicional de las guerrillas latinoamericanas. Durante los siguientes seis meses el primer programa difundido por el EZLN, entre enero y junio de aquel año, quedó rebasado, pues los insurgentes se habían plegado ya a la búsqueda de desarrollar estrategias de lucha por la vía pacífica, en tanto que la declaración llamaba a la lucha armada. El hueco programático fue cubierto por las habilidades comunicativas desplegadas por el vocero neozapatista, el Subcomandante Insurgente Marcos, quién a logró darle a la serie de pronunciamientos políticos guerrilleros una gran expresividad al incluir en ellos elementos retóricos extraídos de la poesía y de la tradición oral indígena. A tal grado llegó el éxito de esas innovaciones comunicativas que muy pronto el sub se hizo de admiradores en todas partes del mundo, que no solamente estaban dispuestos a seguirle, sino a solidarizarse con la organización guerrillera.

La Segunda Declaración de la Selva Lacandona resultó la formalización del viraje político que habían dado los neozapatistas en la práctica desde el cese al fuego. En esa primera instancia salió a relucir su carácter como un movimiento que ideológicamente se amparaba en la socialdemocracia de la Liberación Nacional. La evidencia es evidente, la conformación de la Convención Nacional Democrática (CND), convocada en la Segunda Declaración, además de tener el acierto de intentar integrar a todas las fuerzas políticas posibles; dio un espaldarazo a la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. De manera informal, para no afectar la votación en favor del hijo del general Lázaro, el apoyo no fue tan explícito en aquél momento. Pero en las acciones prácticas los neozapatistas se sumaron con lo que tuvieron a la mano.

La quinta fase del EZLN es todavía más descarada en sus objetivos socialdemócratas. El apoyo a la lucha electoral queda relegado para llamar a la conformación de un frente amplio denominado Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y, cuál émulos del unificador italiano Giuseppe Garibaldi, reconocieron la autoridad superior del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas como el dirigente que debía encabezar al nuevo frente amplio. En aquella ocasión las palabras de los propios neozapatistas fueron claras: “Llamamos a la Convención Nacional Democrática y al ciudadano Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a encabezar este Movimiento para la Liberación Nacional, como frente amplio de oposición” (Tercera Declaración de la Selva Lacandona, 1/01/1995).

Justamente un año después, para el 1° de enero de 1996, el EZLN publicó la cuarta Declaración de La Selva Lacandona. Lo anterior marca el inicio de una nueva etapa programática para el neozapatismo, su sexta fase histórica. En el nuevo viraje destacan dos elementos que se mencionan en el documento: 1) se comienza a definir la línea indigenista de la guerrilla, o mejor dicho, se marca con mayor claridad que la demanda sectorial se convertirá en el eje de toda su lucha. 2) Se hace un llamado a la conformación del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN) como una expresión organizativa capaz de instrumentar la línea de la CND. El cambio de dirección tuvo dos posibles condiciones que sería preciso profundizar. Por un lado, el más explícito, la traición zedillista que lanzó una feroz ofensiva de exterminio mientras fingía el reinicio del diálogo. Por el otro lado, un elemento que se omite mencionar fue la nula respuesta que el ingeniero Cárdenas y su Partido de la Revolución Democrática (PRD) le dieron al llamado a encabezar al MLN. Surge la duda sobre si en realidad el reformismo perredista traicionó al reformismo neozapatista en 2001 con la aprobación de una ley indígena mutilada. De manera institucional el PRD no atendió los llamados del EZLN, sino que siempre le dio menos de lo solicitado.

La séptima etapa histórica del EZLN comenzó con la promulgación de la Quinta Declaración de La Selva Lacandona el 17 de julio de 1998. A esas alturas el programa neozapatista ya estaba completamente volcado sobre la demanda de los pueblos indígenas: la aprobación en el Congreso de la Ley Cocopa. Para ello, intenta poner en acción su nueva organización frentista: el FZLN. El éxito de las movilizaciones a escala nacional que tuvo el neozapatismo no se debieron a la gran capacidad organizativa de su instrumento frentista, pues mientras existió solamente funcionó como agencia de viajes de turismo revolucionario, sino a las simpatías que el EZLN despertó en diversas organizaciones sociales, tanto viejas como de surgimiento reciente, las cuáles rebasaron a la torpe dirección del FZLN. El fracaso de la Quinta Declaración se hizo palpable en 2001. Tras una larga marcha que unificó a diversos sectores en torno al neozapatismo, el Congreso de la Unión aprobó una versión de Ley Indígena que expoliaba el sentido original de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar. De esa forma el movimiento quedó anulado. En parte por la parálisis que, desde mayo de 2001 y hasta junio de 2005, se apoderó de la dirigencia del EZLN. En parte, por la ruptura definitiva con el PRD. En parte por el alejamiento del neozapatismo con los movimientos revolucionarios al declarar en entrevista con Julio Scherer García que ellos eran simples rebeldes que rechazaban todas las formas de los revolucionarios. Y en parte, por la maduración de muchos de los movimientos que surgieron estimulados por el alzamiento neozapatista de 1994, dichos grupos en ocasiones se solidarizaron con el EZLN pero siempre y cuando no los distrajese de sus objetivos principales, y otros mostraron toda la enjundia rebelde pero al mismo tiempo su enorme aislamiento social.

El pasmo en que se metió el neozapatismo terminó en junio de 2005 con la promulgación de la Sexta Declaración de La Selva Lacandona. Tal evento marcó un nuevo giro en la estrategia neozapatista. En esta octava fase partía de la suposición de una modificación significativa de las condiciones reales en la estructura política. Por principio de cuentas decidieron que en las comunidades autónomas debía crearse una estructura de gobierno: los caracoles. Hacia el exterior por fin notaron que el FZLN era una instancia copada completamente por personajes distinguidos por su falta de compromiso real y su oportunismo. Pero además, apostaron todo su prestigio político en una campaña para contrarrestar al proceso electoral de 2006. Organizaron a sus simpatizantes en una estructura partidaria bastante laxa que además de sustituir al FZLN también proponía extender la concepción política del neozapatismo por el resto del territorio mexicano.

Sin embargo, los cálculos del neozapatismo se basaban en el triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, en otras palabras: en que el presidente del país para el período 2006-2012 habría sido el político perredista. No consideraron seriamente la posibilidad de un Golpe de Estado encubierto como el que se presentó en 2006. Peor aún, aunque reconocieron que todos sus despliegues políticos se realizaron con esa condición como fondo, los neozapatistas nunca estuvieron dispuestos a modificar su estrategia política. El hecho de la realidad desplegándose en forma muy distinta a las especulaciones plasmadas en la Sexta Declaración tuvo un doble efecto. En lo interno, es decir al seno de los municipios autónomos, los gobiernos conformados han tenido buenos resultados, pues son, a la vez, el producto del pensamiento e historia de las comunidades indígenas chiapanecas. En lo externo, es decir hacia el resto de México, la Otra Campaña ha sido un auténtico fracaso. En efecto, cumplen con el objetivo de crear una fuerza externa que impida que la acción represiva de la clase hegemónica llegue hasta el punto de exterminar a los municipios neozapatistas. Aunque en el plano de generar una organización rebelde que consiga tener influencia en la transformación de la sociedad mexicana. El tropiezo puede deberse a dos elementos específicos. El uno sería la decisión del EZLN de quedarse exclusivamente con los aliados cuya pureza sea lo más absoluta posible. Sin duda que ello ha sido un arma de dos filos que les ha hecho más daño que provecho, porque si bien los puros han mostrado una gran disposición a participar en tareas de apoyo (asistencialismo) a la Sexta Declaración, también se han mostrado como los personajes más proclives al sectarismo.

El otro elemento es la tendencia que se manifiesta entre los adherentes a imponer a rajatabla toda la concepción neozapatista en el resto del país. No les importa que los postulados del EZLN hayan sido el producto de las condiciones particulares que predominan en la selva chiapaneca. Se niegan a comprender que el desarrollo de las fuerzas productivas en el resto de México, obliga plantear formas muy distintas de organización y objetivos programáticos diferentes. La obnubilación de los adherentes hacia los logros del neozapatismo en los municipios autónomos, sumado al dogmatismo de la pureza política, tiene muy alejados a los simpatizantes del EZLN en los centros más poblados del país.

Sin lugar a dudas, la irrupción del Ejército Zapatista el 1° de enero de 1994, su desarrollo político y los logros que ha tenido en la organización de sus comunidades de base, le han valido convertirse en un referente importante de la actual oleada de movimientos sociales. El otro mundo posible de los altermundistas está inspirado en la lucha del EZ. Movimientos victoriosos en el mundo y en México han reconocido y/o desmostrado que muchos de sus principios democráticos están inspirados en ideas del neozapatismo. La renovación de las izquierdas en América Latina tiene mucho que agradecerle al surgimiento del EZLN. Muchos de sus avances, incluyendo, por supuesto, la elección de Evo Morales como presidente de Bolivia, han sido posibles gracias a la renovación del pensamiento de las izquierdas que aquél generó.

Sin embargo, no todo es coser y cantar. El fracaso de la Sexta Declaración ha derivado en un proceso de descomposición que ya está bastante avanzado. A tal grado que su utilidad como protección ante el aparato represivo del Estado comienza a resquebrajarse. La propia sobrevivencia del neozapatismo exige una nueva renovación (valga la redundancia) de la estrategia a seguir. Pero en esta ocasión partiendo de escenarios más reales y con la madurez suficiente para comprender que las necesidades en el resto del país son muy distintas a las que persisten en la selva Lacandona.

Las exigencias de la lucha de clases implican, además de lo anteriormente expuesto, que los trabajadores realicemos un esfuerzo más penetrante para comprender el devenir del EZLN. Hasta aquí, no hago más que proponer algunos elementos que servirían para adentrarse en dicho proceso cognitivo.

lunes, enero 11, 2010

Reyertas 72: Cuesta arriba

La sabiduría popular habla de un fenómeno anual que se presenta en enero: la cuesta de enero. Dicha expresión hace referencia a la conjunción de dos sucesos anuales. Por un lado, que a partir de los primeros días de cada año, llega el momento de pagar muchas de las deudas contraídas para solventar los festejos de fin de año. Por el otro, invariablemente el libre mercado tiende al aumento de precios en estas fechas. De tal manera que el grueso de la población se encuentra en una situación económica muy estrecha.

Muchos han sugerido remedios para evitar los duros efectos de la cuesta de enero sobre los hogares de los trabajadores. Los grandes académicos y el personal involucrado en las instituciones financieras insisten en que todo el problema se reduce a la educación financiera deficiente que padecen los mexicanos. Los socialdemócratas y los moralmente puros responsabilizan como única causa de la inflación a la corrupción que aqueja al gobierno. Los militantes izquierdistas un tanto dados a la demagogia enfocan todas sus baterías hacia la rapacidad de los comerciantes. La unilateralidad de cada una de estas explicaciones es insuficiente para aclarar el problema de la inflación, mucho menos útil es para implementar alguna solución al aumento de precios.

En el colmo de la ignorancia sobre los fundamentos de la economía, algunos periodistas, como el señor Isaac Katz de El Economista, se atreven a señalar que “la inflación se constituye como el impuesto más regresivo que existe” (“Inflación, precios relativos y bienestar”, 11/01/2010). En el colmo del paroxismo neoliberal, el periodismo económico de sesgo neoliberal inventa que “los efectos negativos de la inflación son varios, pero el que sin duda resulta como el más importante es el siguiente: la inflación le permite al gobierno apropiarse de una parte de la riqueza de los agentes económicos privados”. Es decir, según el señor Katz y la ortodoxia librecambista que él defiende, toda la culpa del incremento de los precios de los artículos de primera. El misticismo monetarista supone que el valor del dinero y su relación con el valor de las mercancías son secretos ininteligibles por la mente humana, que si acaso únicamente es traducido a la práctica terrenal de los consumidores a través de las pitonisas autoridades gubernamentales que apelando al ocultismo ponen en circulación billetes y monedas (la parte buena) o cobran impuestos (la parte perversa).

A los sapientes difusores de la ideología librecambista se les olvida fácilmente un par de cosas básicas sobre la economía real. Por un lado que el dinero es una mercancía como el resto, aunque su valor tiene características especiales. Por el otro suponen que la ley de la oferta y la demanda es un concepto científico que el mercado nunca viola, creen que el único con la posibilidad de romper con dicha ley es el gobierno. Perspectiva que no solamente es completamente subjetiva, sino que es un síntoma de disociación de la realidad.

Para que a nadie le sorprendan las elucubraciones esotéricas de estos masones de la economía, vale la pena explicar un par de cosas sobre la teoría del valor objetivo. Por un lado, todas las mercancías, cualquiera que sea su forma específica, contienen una determinada magnitud de valor. Dicho valor es el tiempo que en promedio tarda la fabricación de cada unidad de mercancía. Es decir, en el supuesto de una sociedad que solamente tuviese dos zapateros en total, si uno fábrica un par de zapatos cada hora y el otro tarda tres por cada par de zapatos elaborados, el valor de cada par de zapatos será de dos horas de trabajo. Así de simple. Pero, como para satisfacer las necesidades de cada persona es necesario el intercambio de lo que se produce, se necesita una manera de expresar el valor de las mercancías y que se hagan equivalentes. De aquí surgió el dinero como mercancía que vino a resolver esa necesidad objetiva del ser humano.

Pero, a diferencia del resto de las mercancías, el valor del dinero no se cuenta por el tiempo que tarda en elaborarse, sino por la cantidad total de mercancías que se encuentren en circulación. Es decir, si en el mercado circulan mercancías por un valor total de 1,000 y la cantidad de dinero circulante en total también es de 1,000; entonces habrá una paridad de 1:1 entre mercancías y dinero. Pero, no necesariamente todas las mercancías que se producen son colocadas en circulación, los capitalistas industriales o comerciales pueden optar por retirar una parte de las mercancías para almacenarlas, ello mientras la cantidad de dinero circulante se mantiene igual que antes. Si suponemos que en nuestro ejemplo, en una economía se retiran de la circulación mercancías por un total de 500 eso hará que queden en el comercio otras 500, mientras el dinero sería de 1,000. Es decir, tendríamos una paridad de 1:2, lo que en otras palabras significa que por cada mercancía, en lugar de desembolsar 1, como era anteriormente, la reducción en el mercado de las mercancías implicaría que ahora habría que desembolsar 2 de dinero por cada mercancía adquirida. En síntesis, el valor de las mercancías en relación con su expresión dineraria no va a variar, lo que variará será la denominación. Esto es, si en nuestra economía imaginaria, la usada para ejemplificar el punto, supongamos que el dinero circulante se distribuye entre 10 personas. Una persona concentra dinero por 350, la segunda tiene 150, una tercera que posee 110. Hasta aquí tenemos que los primeros tres propietarios de circulante acaparan 610 de los recursos monetarios, algo así como el 61%. El 39% restante del dinero, o sea unos 390, se reparte entre las 7 personas restantes de nuestra pequeña economía imaginaria. Llegando hasta el extremo, el décimo propietario de dinero tendría a penas 12, lo cuál equivale al 3.4% de los recursos totales con que cuenta el primero de los adinerados. Suponiendo que el precio total de los medios de vida más básicos, los alimentos, fuese de 10 y que el de la suma de las demás mercancías fuese de 900, tendríamos que cada uno de nuestros participantes en la economía estaría en la posibilidad de desembolsar la cantidad monetaria de 10 para satisfacer sus necesidades de subsistencia. Sin embargo, esto solamente funcionaría en el caso dado de que el valor dinerario de todas las mercancías en circulación fuese igual a 1,000, la situación cambia cuando se retira la mitad de los productos de la circulación dejando intacta la cantidad de dinero. Esto haría que los precios del conjunto de las mercancías elevara su precio nominal, aunque la relación entre mercancías y dinero circulante se ajustaría en un lapso relativamente corto de tiempo para quedar la proporción, como se mencionó anteriormente, en 500 de mercancía igual a 1,000 dinero. Esto haría que el precio de cada mercancía circulante en el mercado se ajustase a la nueva proporción, de modo que el precio total de los medios de subsistencia se duplicaría, al igual que el resto de las mercancías. El efecto en la vida cotidiana de los 10 participantes en nuestra economía de ejemplo tendría que absorber ese costo, sin embargo las consecuencias no son parejas. Para la persona que ocupa el décimo lugar su capacidad de compra se afectará tanto que si anteriormente podía adquirir, apenas lo básico, con la duplicación de precios, ahora solamente podría adquirir la mitad de lo que compraba en la situación anterior. En el lado opuesto de la ecuación, es decir en las tres personas que concentran el 61% del dinero, la afectación no sería tan severa, puesto que en lugar de reducirse el consumo, se puede mantener en el mismo nivel, pues tienen capacidad suficiente para prescindir de los gastos en mercancías menos prioritarias y concentrar su gasto en los productos de subsistencia. Así, la inflación (devaluación del dinero frente a las mercancías en circulación) provoca una mayor concentración de la riqueza en quienes más poseen.

Esta inflación o aumento generalizado de los precios, o de manera más precisa la devaluación del dinero, también puede darse, y de hecho se da, a través del mecanismo de la elevación arbitraria de los precios. Dicho incremento puede ser implementado por los propietarios del capital o provocado por el gobierno. Los capitalistas suelen recurrir a tal práctica, de forma más o menos constante, con la finalidad de obtener ganancias extraordinarias. Sin embargo, el desequilibrio entre el valor dinerario de las mercancías y su valor real tiene a ajustarse relativamente rápido, debido a que el resto de los productores, incluyendo a los que producen materias primas, también tendrá que elevar los precios de sus productos. Por su parte, el gobierno puede recurrir al ajuste arbitrario de precios mediante dos mecanismos o eleva los precios de las ramas estratégicas de la economía que controla o aumenta el monto de los impuestos. El resultado a final de cuentas es el mismo que si fuesen los empresarios los que subiesen los precios, debido a que todos los costos de producción se encarecen. En estos términos, no es el gobierno el que se apropia de una porción de la riqueza generada por los privados, como al más puro estilo goebbeliano pretenden hacerlo ver periodistas como el señor Katz, sino los grandes capitalistas los que consiguen incrementar sus ganancias por dos vías. De un lado, durante el pequeño momento en que tardan en reequilibrarse el valor dinerario de las mercancías y su valor real. Por el otro, mediante el precisar a las clases subsumidas a incurrir en el subconsumo.

El 2010 inició para los mexicanos con una pronunciada cuesta de enero. Nada más durante los primeros tres días del año (según la nota de Laura Flores Gómez, “En tres días se dispararon hasta 30% precios de básicos: Sedeco”, en La Jornada, 4/01/10, p. 27), se calcula que los precios de los insumos básicos para la subsistencia de los trabajadores, la denominada Canasta Básica, se incrementaron un 30%. Más de seis veces el incremento del salario mínimo que no alcanzó ni el 5%. Pero esta situación no es algo extraordinario, durante los tres años que lleva el gobierno de Felipillo I, el espurio, la tasa de la inflación a crecido en promedio anual al 4.6%, pero los precios de la canasta básica, la que se supone es el mínimo que necesitan consumir los trabajadores para subsistir, lo ha hecho al 5.3%.

La otra omisión gigantesca de los periodistas de libre mercado es que la Ley de la Oferta y la Demanda suele ser usada por los propietarios privados que poseen capital, para especular con los precios y generar con ello grandes y jugosas ganancias al confiscar la poca riqueza que se derrama hacia la clase trabajadora. Al acaparar, es decir al retirar de la circulación, una porción de las mercancías en circulación, los capitalistas obligan al incremento de precios con mejores resultados. Lo que también va en detrimento de las clases subsumidas.

En síntesis, la inflación para nada es un impuesto regresivo, sino un mecanismo más de la explotación capitalista sobre los trabajadores. Explotación que por momentos también afecta a los estratos más endebles de la clase capitalista, como lo es la pequeña burguesía. Es interesante que en estos primeros diez días de enero (once con el de hoy), las secciones de cartas a los diarios y los comentarios a las noticias en los sitios noticiosos del Internet estén enfocados a quejarse por el incremento de los precios. Esto es síntoma de que la pequeña burguesía ilustrada intuye su extinción masiva si se continua con dicha política económica. Pero esto, no debe hacer que nosotros los trabajadores nos quedemos con los brazos cruzados, se trata de luchar con objetivos muy precisos: la vida digna. Con ese motivo es importante que a la tan famosa y sentida demanda del incremento salarial de emergencia se agregue, todavía con mayor énfasis la demanda del aniquilamiento total de los especuladores. Ello debido a que cualquier aumento salarial será inútil si no va correlacionado con un incremento de las mercancías en circulación, pues más rápido que tarde los se elevarían los precios. Ni la muerte ni la derrota son opciones: ¡NECESARIO ES VENCER!

jueves, enero 07, 2010

Problemas fundamentales del universo. Análisis filosófico del conocimiento, dios, el alma, el universo, la nada y la libertad, 34:

Materia, realidad y existencia en Mario Bunge

(octava de nueve entregas)

Por: Sagandhimeo

CONCLUSIONES

4.1 RESUMEN

Partiendo de Bunge, en el capítulo primero hemos sostenido que el concepto de materia –entendida como todo aquello que posee energía (1.1)—puede brindar un punto de partida objetivo y cabal para explicar la naturaleza de cualquier fenómeno, pues mientras posea movimiento es material y en tanto no lo posea es conceptual. También expusimos que para no reducir todo a la mera materialidad podemos complementar tal elemento con la categoría “propiedad” (1.2), la cual explica la diversidad de los objetos materiales mediante sus manifestaciones, puntualizando que no existen propiedades en sí mismas, sino en tanto las posee la materia.

Vimos que un caso particular de propiedad lo constituye el espacio y el tiempo (1.3), los cuales son solamente propiedades de la materia, la cual se mueve en su propio espacio y sucede en su propio tiempo, ya que fuera del universo no hay ni uno ni otro. Además, la materia tiende a organizarse de tal modo que genera totalidades, las cuales pierden algunas propiedades y ganan otras (1.4). De esta forma emergen nuevos niveles de organización, tales como la vida, la mente, la cultura y la sociedad (1.5).

En el capítulo segundo planteamos que “real” es todo aquello que puede influir o ser influido por otro objeto (2.1), es decir que, la realidad es una totalidad de elementos interconectados, los cuales no pueden aislarse, pues en ese caso no son plenamente reales, sino tan sólo como ideas.

También observamos que una gran cantidad de elementos poseen una realidad menor que los objetos materiales (2.2), pues su influencia depende de tales objetos, dichos elementos son las propiedades, el espacio y el tiempo, las ficciones y las posibilidades, pues aun cuando ninguno de éstos sea plenamente real, son en menor o mayor grado reales. Inclusive, expusimos que la experiencia inmediata como las alucinaciones pueden ser menos real que los que jamás experimentaremos directamente, como los electrones, clarificando así, la situación de los trascendentales.

También hablamos de la relación entre materia y realidad (2.3), en donde todo lo material es real, en tanto todo lo mudable es capaz de influir sobre otro ente, pero no todo lo real es material, pues las ideas influyen a los hombres, pero no pueden cambiar por sí mismas.

Y en el capítulo tercero planteamos que la existencia es la propiedad fundamental de la materia (3.1), aquélla que define si un objeto es material o ideal, en tanto posea energía o haya sido pensado, respectivamente. En tal sentido, la existencia también posee grados como la realidad, en tanto sólo existe plenamente aquello que sea material. También vimos que los universales pueden ser materiales o ideales, ya sea que pertenezcan a la materia como la impenetrabilidad o a la mente como la refutabilidad.

Además abordamos la relación entre existencia, realidad y materia (3.2), en donde vimos que las dos primeras ocupan un espectro mayor que la última, pues las ideas son realmente existentes y no son materiales. Además, propusimos que aunque la existencia y la realidad comparten el mismo campo y cantidad, sus cualidades son distintas, en tanto que la realidad es una capacidad y la existencia una propiedad.

4.2 ALCANCES ONTOLÓGICOS

A partir de esta sección nos basaremos en la ontología de Bunge para postular nuestra propia visión, por lo que en adelante la reflexión es ajena a dicho autor.

Hemos visto que para dar cuenta de la realidad requerimos del concepto fundamental “existir”, el cual es una propiedad que categoriza a las cosas en tanto sean ideales o materiales (3.1.3). Este “sean” implica que el existir está vinculado con el verbo “ser”, por lo que llegamos al problema fundamental de la ontología: el ser en cuanto ser, es decir, responderemos qué es ser.

4.2.1 PRINCIPIO Y LÍMITE DE LA EXISTENCIA

Hemos visto que el espacio y el tiempo son propiedades (1.3), por lo que no existen por sí mismos. Si preguntamos ¿Qué hubo antes de la materia? Podemos contestar que nada hubo, pues “antes” se refiere al tiempo y éste es una propiedad material. Si preguntamos ¿De dónde surgió la materia? Podemos contestar que de ningún lado, pues “dónde” se refiere al espacio y éste es una propiedad material. En otras palabras, los objetos materiales ocupan todo cuanto existe y todo el tiempo que transcurre, en ese sentido la materia es absoluta. Pero no es absoluta en un sentido idealista, pues hemos visto que material es tan sólo aquello con la capacidad de cambiar (1.1). En ese sentido, no sabemos que hubo antes del Big-Bang, sólo sabemos que todo cuanto pudo haber ocurrido fue material.

Por otro lado, la ciencia actual considera que el universo se está expandiendo (Gribbin, 1986:13). ¿Cómo puede expandirse si la materia lo ocupa todo? Esto se resuelve con el concepto de la “nada”, esto es, si el universo se compone de materia, la cual genera su propio tiempo y espacio, lo que esté fuera del universo no es materia ni tiempo-espacio, sino absolutamente nada, por lo tanto, el universo se expande en la nada y a su paso (material) lleva consigo la red espacio-temporal.

Esto puede parecer ambiguo, pues hablar de la nada como “algo” es contradictorio, pero la nada no es algo propiamente dicho, sino tan sólo la condición de posibilidad de los objetos materiales para expandirse más allá de la red espacio-temporal que se entreteje entre sí. Y hemos visto que la posibilidad es también una propiedad de la materia (2.2.4). En otras palabras, el universo se expande en la nada, la cual es una propiedad de los componentes del universo (Esto ya lo habían intuido los atomistas griegos, quienes propusieron la noción de vacío como condición de posibilidad para el movimiento de los átomos).

Cabe mencionar que la nada no puede ser material puesto que no posee energía (1.1), tampoco puede ser plenamente real pues no es capaz de influir directamente sobre otros objetos (2.2) y tampoco existe como una mera idea pues posee una influencia indirecta sobre la materia. Su categorización adecuada se constituye como una propiedad, ya que la nada es la propiedad que posee el universo para expandirse, pues si el universo lo ocupara todo no podría moverse fuera de sí (como el ser parmenídeo). En ese sentido, el universo es un subconjunto perteneciente al conjunto compuesto por el ser (material) y la nada (como propiedad). Este conjunto es absoluto en tanto todo lo existente e inexistente cabe en esta categoría ser-nada.

Además, la ciencia actual considera que el universo es infinito (Gribbin, 1986). ¿Cómo puede ser infinito si se está expandiendo? Esto se resuelve si entendemos el infinito en acto y no como potencia, tal como proponía Aristóteles. Es decir, nada en absoluto es infinito en el sentido de no tener término, pues en todo momento se posee una magnitud determinada, por ejemplo, aun cuando los números sean potencialmente infinitos, no hay una suma absolutamente alta, pues siempre designarán una magnitud determinada. Asimismo, el universo es infinito en el sentido de no poseer un límite predeterminado, pero su expansión posee una magnitud específica, aunque nuestra tecnología no pueda medirla con exactitud. En otras palabras, el universo es infinito o más claramente indefinido, en el sentido de expandirse sin restricciones, no porque su magnitud sea absoluta.

En resumen, la existencia no tiene comienzo en el espacio ni en el tiempo, pues tales categorías son propiedades de la materia y no existen sin ella. Tampoco tiene término pues el universo se expande indefinidamente, tal expansión se efectúa en la nada, la cual no es un objeto, sino la condición de posibilidad del movimiento del universo.

4.2.2 LA EXISTENCIA DE “EL SER”

Si cada objeto fuera lo que es por sí mismo, no requeriría de la interacción con los demás para existir, lo que nos envolvería en un politeísmo en el peor de los casos (en el cual cada objeto es el fundamento de sí mismo y por tanto absoluto) o en una monadología leibniziana en el mejor de los mismos (en el que no es posible explicar la interacción entre objetos, ya que no la requieren).

En ese sentido, el fundamento de cada objeto no puede estar en sí mismo, sino porque forman parte del universo, así podemos pensar que “el ser” es un gran ente que rige la interacción en el mismo, lo cual es absurdo tanto porque nos haría caer en el idealismo de un agente externo a la realidad, como porque tendríamos que explicar el ser de este gran Ser y así indefinidamente.

También podemos concebir al ser como la suma de todos los entes, lo que no explica por qué los entes son lo que son. Incluso podemos concebir al ser como lo que está presente en todos los entes, pero que algo esté presente en todo: no constituye un punto de referencia determinado, pues su influencia se anula. Tanto como si todo creciera exactamente a la misma proporción al mismo tiempo, sería imperceptible y no causaría repercusiones.

Finalmente, proponemos entender al Ser como el sentido de la existencia, es decir, que el fundamento de todos los objetos consiste en el sentido o dirección que poseen. En el lenguaje común esto nos parece muy claro, los pensamientos son coherentes cuando poseen un sentido. En la realidad todo está en constante movimiento y el hecho de que tal movimiento contenga la posibilidad de generar vida, mente y cultura: implica que la realidad posee un sentido o dirección, pues incluso un movimiento sin sentido tiende a ser aparente.

Ahora bien, el sentido o dirección no debe confundirse con la finalidad, pues si bien los seres humanos actuamos mediante fines, no podemos atribuir tales mecanismos a la naturaleza. Si el universo tuviera un fin, su desarrollo estaría predeterminado y todo estaría “hecho” para algo, pero existen miles de objetos que no poseen una finalidad determinada, por ejemplo, nuestro planeta fue una de las condiciones de posibilidad para la generación de la vida, pero no podemos afirmar que su fin sea ese, pues existen millones de planetas que no generan vida, empezando por los más cercanos. De este modo, los objetos materiales se constituyen por su propio movimiento, el cual tiende a la complejidad, lo cual no implica que tengan un objetivo, pues plantearse objetivos es constitutivo del humano, lo cual no nos autoriza a extenderlo a los demás entes.

Tampoco podemos sostener que como no hay un fin de la existencia, todo se rige por el azar, pues de ser así no podría haber la emergencia de nuevos niveles de organización, tales como el biológico o el social, pues no habría regularidades en la naturaleza. Ya hemos hablado del azar anteriormente (2.2.4), baste decir que lejos de negarlo, sostenemos que forma parte de todo fenómeno, pero sólo en tanto ocurre en espacio y tiempo contingentes, no porque evada las leyes naturales. Por ejemplo, suele pensarse que la emergencia de nuevas especies ocurre por mero azar, pero esto no es del todo cierto, pues el mero azar en un gen terminaría por destruirlo, ya que no permitiría ni un mínimo de ordenamiento molecular, por el contrario un azar circunscrito a las regularidades genéticas produce una mutación.

En pocas palabras, el sentido de la existencia que sostenemos (hacia la complejidad) no es teleológico ni caótico, pero lejos de negar tales formas de devenir las integra, ya que admite que los humanos actuamos mediante fines u objetivos y que el azar es una parte constitutiva de todo fenómeno.

En tal sentido, apoyamos la postura de que “la ciencia contemporánea reconoce cinco modos principales de devenir: el azar, la causalidad, la cooperación, el conflicto y la finalidad. Los cuatro primeros parecen obrar a todos los niveles, en tanto que el comportamiento intencional parece estar restringido a los vertebrados superiores” (Bunge, 1981:55). Dicho de otro modo, el sentido de la existencia se dirige hacia la complejidad material, éste devenir adquiere diversas formas, las cuales consisten tanto en una mera contingencia espaciotemporal (casualidad), como en una relación causa-efecto (causalidad), una sinergia entre diversos elementos o factores (cooperación), un choque o contraposición entre elementos adversos (conflicto), y un objetivo a seguir entre organismos pensantes (finalidad).

Vemos pues, que el último modo de devenir, el teleológico, es a su vez un devenir emergente, pues sólo es posible dentro de las totalidades biológicas altamente desarrolladas y por supuesto en las sociedades. Tal devenir emergió en razón de que algunos mamíferos desarrollaron funciones cerebrales, tales como la memoria, el entendimiento y la creatividad, al grado de actuar no solamente obedeciendo su instinto, sino planteándose metas concretas en función de su supervivencia, para ello requirieron de condiciones materiales específicas, tales como el medio ambiente, el desarrollo de las manos y de un lenguaje primitivo, entre otros.

Por ello, el nivel técnico es el más complejamente organizado, pues no sólo incluye artefactos hechos con objetivos determinados, sino que permiten el desarrollo de las sociedades, como en los medios de comunicación electrónicos, la diversificación del trabajo y además abre posibilidades infinitas en el arte, como ha hecho con el cine.

En ese sentido, así como los vertebrados superiores poseemos metas particulares y las sociedades tienden a enfocarse en desarrollar su propia cultura: simultáneamente contribuyen en el sentido del universo, en tanto tienden a la complejidad en diversos niveles.

Por otro lado, para nuestro autor, “la mutabilidad (o energía) es la propiedad que define la materia, ya sea física, química, viviente, social o técnica. Si se me permite acuñar una consigna ambigua: ser (material) es devenir.” (Bunge, 2006:188). Es decir que, las cosas no son lo que son por sí mismas, sino porque se mueven, son porque devienen (entendiendo devenir como el paso de ser algo a ser otra cosa), cuando algo no se mueve en absoluto es porque consiste en una mera idea y no en un objeto material. Ahora bien, para nosotros, ser y devenir no son exactamente lo mismo, sino que se implican mutuamente, pues establecer una relación de identidad implicaría que existir es lo mismo que moverse y ya hemos visto que el existir es una propiedad (3.1) y moverse una capacidad (1.1).

Ahora bien, si ser implica devenir y la realidad requiere de un sentido para “ser”, esto conlleva que el devenir posee un sentido o dirección, esto podemos apreciarlo a primera vista en la historia natural, pues primero hubo elementos atómicos, de estos se formaron compuestos químicos, de los cuales derivaron organismos vivos, sociedades y al final tecnología. Es decir que, la materia deviene hacia totalidades cada vez más complejas, por lo que el sentido de la existencia consiste en el desarrollo de la materia.

Podría objetarse que nuestra propuesta es lineal, pues nada nos garantiza que el devenir se presente absolutamente como lo proponemos. Retomando nuestra idea de que todo ocurre necesariamente, pero en espacio-tiempo contingente (2.2.4), sostenemos que pudieron no ocurrir las condiciones suficientes para que se diera la vida en la tierra, o que nuestra civilización puede autodestruirse regresando al nivel meramente biológico o algo peor.